Burnout colectivo: cuando el desgaste se propaga en los equipos de trabajo

Comentarios desde el Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo

Un reciente artículo de Emol abordó los resultados de un estudio que advierte sobre el burnout colectivo: un fenómeno en el que el estrés crónico deja de ser un problema individual y comienza a afectar de manera simultánea a grupos completos dentro de una organización. Según la investigación citada por el medio, este tipo de desgaste no solo reduce la productividad, sino que también deteriora la capacidad de colaboración y la cohesión interna, generando un ciclo difícil de revertir si no se interviene a tiempo.

El estudio —basado en encuestas y observación en entornos laborales de alta exigencia— identifica que el burnout colectivo está estrechamente vinculado a climas organizacionales negativos, donde predominan la competitividad extrema, la falta de apoyo, la comunicación deficiente y estilos de liderazgo autoritarios o ausentes. Una vez instalado, el fenómeno se retroalimenta: las percepciones de sobrecarga y tensión se transmiten entre compañeros, afectando la moral general.

La mirada de Jesús Yeves: intervenciones a múltiples niveles

Para Jesús Yeves, investigador del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo (MNEW) y Coordinador del PEPET UDP, estos hallazgos refuerzan una idea central en la prevención de riesgos psicosociales:

“De nada sirve que una persona haga deporte, coma mejor o duerma más si el clima laboral sigue siendo competitivo, autoritario o castigador del error. El burnout colectivo demuestra que no basta con estrategias de autocuidado: es necesario actuar sobre las variables organizacionales”.

Jesús detalla que el burnout puede presentarse en dos planos:

  • A nivel individual, asociado a la sobrecarga de tareas, los conflictos de rol o la falta de recursos para enfrentar las demandas del trabajo, entre otros.

  • A nivel colectivo, marcado por la cultura de la organización, el estilo de liderazgo, la calidad de las relaciones entre pares y las normas implícitas que definen cómo se trabaja en equipo, entre otros.

El investigador subraya que este tipo de desgaste se propaga por contagio emocional: cuando en un grupo predomina la percepción de estrés, esa experiencia se comparte y amplifica. Esto explica por qué, incluso si algunas personas mantienen altos niveles de resiliencia, el clima general puede deteriorarse rápidamente.

El modelo IGLO: de la persona a la organización

Frente a este escenario, Yeves propone diseñar intervenciones siguiendo el modelo IGLO —Individual, Grupal, Liderazgo y Organizacional—, que permita abordar todos los niveles de influencia al mismo tiempo. Esto implica combinar medidas de autocuidado personal con acciones que transformen el liderazgo, fortalezcan el trabajo en equipo y modifiquen la cultura organizacional.

“Si no se interviene en todos los niveles, no sirve de nada. No es suficiente con que un trabajador aprenda a manejar su estrés: hay que asegurar que el equipo, los líderes y la organización estén alineados en prevenirlo”, concluye.

En un mundo laboral cada vez más exigente, el burnout colectivo se revela como un termómetro del estado de salud de las organizaciones. Reconocerlo y actuar sobre sus causas estructurales no solo es una cuestión de bienestar, sino también de sostenibilidad y efectividad a largo plazo.

Investigador

Jesús Yeves Gómez es Coordinador e investigador del Programa de Estudios Psicosociales del Trabajo (PEPET UDP). Licenciado en Psicología, Magíster en Psicología del Trabajo, de las Organizaciones y de los Recursos Humanos y Doctor Internacional en Psicología de los Recursos Humanos por la Universidad de Valencia, España.

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