Automatización en Chile: distinguir el riesgo técnico de la realidad efectiva
Una respuesta del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo
Una reciente nota publicada en El Mercurio advierte que Chile sería el país de la OCDE con la mayor proporción de empleos en riesgo de automatización. El artículo, basado en datos del Barómetro Laboral y Previsional del CIES-UDD y en la encuesta internacional PIAAC de la OCDE, señala que un 55% de los trabajos en Chile implican tareas repetitivas y con baja autonomía, lo que los haría técnicamente susceptibles de ser reemplazados por tecnologías digitales. Además, recoge la preocupación expresada por más de la mitad de los trabajadores en la última encuesta CEP: un 52% teme que gran parte del trabajo humano sea sustituido por tecnología, aunque solo un 26% teme que eso afecte directamente su propio puesto.
Desde el Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo (MNEW), consideramos importante complementar y matizar este diagnóstico a partir de la evidencia empírica y del análisis comparado internacional.
Como explica nuestra directora, Jeanne Lafortune, el valor del estudio citado radica en que utiliza la encuesta PIAAC, que permite comparar tareas y habilidades entre trabajadores de distintos países. Esto lo convierte en una herramienta muy útil para evaluar cómo se posiciona Chile en relación con otras economías. En ese marco, es cierto que los trabajadores chilenos tienden a desempeñar tareas más rutinarias y estructuradas que sus pares en países más desarrollados, lo que los deja más expuestos a un riesgo técnico de automatización.
Sin embargo, como Jeanne advierte, es fundamental distinguir entre “riesgo técnico” y “riesgo efectivo” de automatización. El primero se refiere a si una tarea puede, en teoría, ser realizada por una máquina; el segundo, a la probabilidad concreta de que eso ocurra en un contexto productivo específico. En este sentido, el riesgo técnico puede ser alto en Chile, pero eso no implica necesariamente que esos trabajos vayan a ser automatizados en el corto plazo.
“Lo que hemos visto en la historia reciente de Chile es que la adopción efectiva de automatización ha sido mucho más lenta que en economías más avanzadas”, señala Lafortune. “Esto se debe, entre otras cosas, a los menores costos laborales en Chile, que reducen los incentivos para reemplazar personas por máquinas, y también a una menor capacidad técnica y de gestión en muchas empresas para incorporar tecnologías complejas”.
Asimismo, la investigadora llama la atención sobre el contexto más amplio: mientras en Chile aún discutimos los efectos de la automatización como fenómeno principal, muchos países avanzados ya están enfrentando una nueva ola de transformación impulsada por la inteligencia artificial (IA), que tiene el potencial de reemplazar no solo tareas repetitivas, sino también cognitivas y creativas, expandiendo los efectos de la disrupción tecnológica hacia sectores tradicionalmente considerados más protegidos.
Este panorama refuerza la necesidad de avanzar con urgencia en estrategias estructurales para enfrentar estas transformaciones. Desde el MNEW destacamos dos prioridades:
Diversificar y complejizar la matriz productiva nacional, para generar empleos que no dependan exclusivamente de tareas repetitivas o fácilmente codificables.
Fortalecer el desarrollo de habilidades y conocimientos a lo largo de toda la vida laboral, especialmente en los grupos más vulnerables, a través de sistemas de formación continua, reconversión laboral y mejora sustantiva del sistema de capacitación, tal como se ha discutido en iniciativas como El Puente.
En resumen, el alto riesgo técnico identificado por los estudios es una señal de alerta, pero no debe confundirse con una amenaza inminente de reemplazo masivo. El verdadero desafío está en anticiparse a los cambios, no con alarmismo, sino con políticas públicas e institucionales que promuevan inclusión, actualización y resiliencia laboral en un escenario productivo cambiante.
Investigadora
Jeanne Lafortune es profesora titular del Departamento de Economía UC y directora del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo. Su investigación se centra en economía laboral, desarrollo y economía de la familia, con énfasis en cómo los mercados matrimoniales, las leyes familiares y el cambio tecnológico afectan las decisiones económicas. Ha trabajado también en temas de seguridad laboral, ahorro y flexibilidad en el mercado del trabajo, utilizando métodos experimentales y evaluaciones aleatorias. Doctora en Economía del MIT, es además directora científica de J-PAL LAC y ha colaborado activamente en iniciativas globales de investigación y formación del mismo centro.